Mokume

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Una de las tareas que debía preparar para llevar a Fujino, Japón en noviembre del 2019 para mi entrenamiento, era un trabajo de Mokume.  De Japón me enviaron una caja de cartón con unas bonitas estampillas que contenía varios cortes de tela, patrones, unos lápices especiales con tinta de orquídea (que desaparece tan pronto entra en contacto con el agua), hilos y agujas. La tela de mayor dimensión estaba destinada para que hiciéramos un diseño a nuestro gusto.  Se trataba de un proyecto que terminaría siendo una gran chalina en Mokume.

La palabra Mokume se refiere a los dibujos de las vetas de la madera. O sea, la idea es imitar el dibujo de las vetas de la madera sobre una tela.  Y, para lograrlo se cosen cientos de líneas paralelas sobre una tela.

Es un trabajo muy laborioso que lleva un sin numero de horas de trabajo de costura a mano de líneas paralelas.

Una vez finalizado, la tela se humedece y se comienza a fruncir tirando fuertemente de los hilos uno por uno cuidando de que no se corten y, se anudan fuertemente. Generalmente durante este proceso el hilo mojado produce profundos y dolorosos cortes en los dedos. Pero, evidentemente la pasión es tan fuerte que como dice el dicho: “sarna con gusto no pica.”

Cuando la tela ha quedado toda fruncida ya está lista para teñir. 

El proceso de teñido puede consistir en sumergir la tela entre siete a diez veces en el índigo, dependiendo de la intensidad que buscamos del índigo, con su tiempo de oxidación entre cada inmersión.  Terminado el proceso de teñir llega la hora de cortar uno a uno los hilos del Mokume. Es una tarea difícil porque la tela recién teñida esta húmeda y el intenso color del índigo no permiten diferenciar los hilos a cortar de la tela y, se corre el serio riesgo de cortar la tela sin querer y, dañar todo el trabajo de varios días. Pero, una vez cortados y retirados todos los hilos, llega el momento mágico y tan esperado… por fin se revela el fantástico trabajo del Mokume. 

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